“Si usted quiere ver la vida color de rosa…, eche veinte centavos en la ranura”
Una bacanal inolvidable, pero con sus consecuencias.
Por Alfredo Brandon
Por Alfredo Brandon
Intentar el análisis crítico por medio de las "doxas" suele llevarnos a ninguna parte; es simplemente negador del principio básico de lo que nos proponemos someter a la cavilación sensata. Las opiniones, por ligeras, tienden a enmascarar, con la excusa de lo “expeditivo”, el verdadero sentido del análisis y no contribuyen sustancialmente a una conclusión final. En tal caso podemos decir que esta parcialidad del proceso del razonamiento, vista como único sostén del pensamiento, es endeble y solo aporta confusión y desconcierto; mientras que el análisis crítico busca certezas no relativas que favorezcan el conocimiento.
Parece comodo y placentero. |
Esta aldea de algo más de 6.000 millones de transeúntes, que vaya a saber hacia dónde van, necesita certezas pero a través de la reflexión, los "antojos inmediatos" en busca de resultados mágicos nos pueden desviar del fin último: la felicidad. También de ella debemos ser artífices responsables.
No podemos entregarnos a la panacea de la Bacanal, tan bien plasmada por Rubens y que después nos sorprenda la infausta noticia de que ha implosionado la madriguera. Claro, cuando la panacea deviene en desierto nos olvidamos de lo que disfrutamos y hasta esgrimimos un reproche de lo que hasta hace poco convalidamos tan solo mirando para otro lado. Pero será irreversible, volveremos al génesis de la austeridad y el gasto moderado, de lo contrario perecer puede ser la única verdad. Mientras que la realidad puede ser anticiparnos a una crisis “cosmetizada” por el consumo.
Sigue siendo la razón el condimento indispensable para la mirada crítica, pero también somos nosotros quienes debemos actuar con la conciencia en pleno ejercicio.
Hoy es común, hasta “progresista”, la opinión relativa; se intenta equiparar el ser bueno con el ser malo, claro, según la mirada de algún sofista interesado. Ya pasó en mayo del ´68 y no se transformó en la proa libertaria del mundo porque fracasó. Solo sirvió para sustanciar el libre juego de los intereses que siempre se han situado lejos del “aldeano”, quien debería ser el beneficiario y no el sometido. Luego, amparados en las antinomias de izquierdas y derechas, reinventadas a su antojo, buscan “nuevas vestimentas” que oculten su socarrona sociedad que hoy se ve resumida en la frívola e hipócrita “progresía”.
Así es como los que ostentan la “verdad del poder” -que es la verdad de quien la impone desde el poder- buscan “acercarnos” a una “confrontación permanente”. El resultado no puede ser otro que un hombre esquilmado en sus valores esenciales para la cohabitación planetaria, ahí ya si, estaremos a las puertas de la esclavitud o del holocausto.
También atropellar la ley puede ser vista con una mirada “progre” justificando un delito menor comparándolo con otro mayor; claro, es delito al fin. Otra maniobra que corroe la convivencia de los "aldeanos" mientras los “socios” siguen haciendo su agosto.
No todo es igual; lo falso no es ni siquiera similar a lo verdadero.
Todos “profesamos” alguna encíclica ideológica o al menos partidaria pero más allá de nuestras posturas individuales la difícil situación de nuestro entramado social amerita tomarnos un tiempo digno para establecer un análisis crítico, ya sea hacia dentro como hacia afuera. Los berrinches no nos han de conducir a resultados prósperos, y la soberbia –si es que en ella abrevamos- solo nos dejará un sabor muy amargo al final de la algarabía.
Estamos en grave riesgo que el goce momentáneo de lo efímero –aunque muy placentero en apariencia- se transforme en un nuevo caos. Podemos ver a nuestro sol de York perderse en la inmensidad, mientras, el retorno del invierno de nuestra desventura se apodera de nuestro futuro.
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