domingo, enero 02, 2011

Crisis de la vivienda: pandemia nacional.

Morir bajo un techo ausente
Por Alfredo Brandon
      La emergencia habitacional, desde hace ya diez años ‘pandemia’, en la Argentina no es un problema nuevo ni algo renaciente por la avanzada inmigración, aunque ella acompaña meritoriamente.
   Un estado ausente, por incapacidad o por decidía, pretende que tremendo galimatías lo resuelva alguna “cooperativa tercerizadora” o algún malabarismo del “mercado” como pretendía el renovado “pingüino riojano”.
   Entre “subsidios y suicidios” sociales, el gobierno nacional y popular (gnyp) se niega a resolver lo que en cualquier “comunidad orgánica” es el principio del hogar: el acceso a la vivienda.
  Un jefe de familia no accede ni mantiene un trabajo, obviamente no pauperizado, si no tiene un domicilio fijo por eso este flagelo “institucionaliza” la expulsión del sistema de miles de personas, pasando a ser la “inclusión”, muletilla repetida y vilipendiada, una mera “postura electoral”: no hay inclusión social sin justicia social y sin justicia social lo que prevalece es una “indigencia planificada” como camino a la disgregación familiar y el raquitismo social.
  Lo que dejó de ser una epidemia para convertirse en una pandemia ya no es exclusividad de los pobres e indigentes; también la padece la clase media gracias a las políticas de “movilidad social descendente” que el “gnyp” promueve.
  La asimetría avalada por la inacción del “gnyp” es de tal magnitud, entre los que acceden a una vivienda y los que no acceden, que termina dando forma a opciones antagónicas donde el enfrentamiento es inevitable por su evidente inequidad social.
  El Estagirita diría que nada mejor que el justo medio para la realización de una polis orgánica y en armonía; también decía que el responsable era quien marcaba la norma y ese sin más es el estado. Aquí nada de esto hay; prevalece el todos contra todos. Un esgrima mas del pluralismo agonístico de “Melusina”.
  Recuerdo las dos tentativas crediticias, solo tentativas, que esbozó el “gnyp” para resolver (¿?) esta pandemia; ambas generaron largas colas y una expectativa que lastimaba, los bancos, amigos del “gnyp”, se aprovecharon nuevamente de la necesidad extrema y la candidez de nuestro pueblo: solo calificó un 0,3% de los que se presentaron como “esperanzados solicitantes”.
  Nuevamente el “gnyp” nos arrojó a los brazos de la especulación financiera, si claro, los mismos que financian las tarjetas de crédito a más de un 50% en productos suntuarios y que apuntan a esquilmar el escaso exceso de la renta de los trabajadores. Hacen falta políticas públicas para la construcción de viviendas.
  Está visto que el camino del “estrangulamiento financiero” no va a solucionar lo endémico del problema. Por qué?
  La razón es que hoy ante la pauperización laboral que “disfrutan” los argentinos no les es posible acceder a un crédito bancario ya que la gran mayoría “no califica”. Un trabajador necesita, un ingreso de $ 13.500 netos para calificar para un crédito donde su cuota no exceda el 30% ($4.050) de sus ingresos. Hoy el salario de ingreso promedio ronda los $ 2.982 teniendo como punto de partida un vergonzoso salario mínimo de $ 1.850.
  Pero claro esto es en un caso de alguien que tiene trabajo, que pasa con aquellos q están dentro de ese 41% de la masa activa como trabajadores en negro, es decir que no pueden comprobar ingresos? A esos nada.
  Otras de las variables que se analizan a la hora de otorgar un crédito hipotecario son la estabilidad y permanencia laboral. Un alto porcentaje de los trabajadores argentinos posee “contratos” de dudosa calidad, que el estado avala haciéndose el distraído, lo que hace que su calificación para un crédito sea improbable. Hoy cuantos pueden “ostentar” un puesto de trabajo con más de ocho años?. Ni hablar de aquellos jóvenes que aspiran al “nidito propio”: así como vamos ni con terrenito después de la luna de miel ni tampoco con la llegada del primer nieto. Jubilado?? Uff, olvídelo.
  En pocas palabras los que trabajan no califican por lo exiguo de sus ingresos, los q están en el mercado laboral informal –en negro- no puede comprobar ingresos y los que tienen ingresos promedios no pueden probar una relación estable en sus lugares de trabajo.

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