domingo, diciembre 18, 2011

¿Descomposición organizada?

                              ~ El cinismo y la complicidad  ~
Por Alfredo Brandon
¿Qué sociedad podrá resolver el inescrupuloso galimatías que nos propone como certeza la desidia y la ambición como "camino al éxito?"; los soberbios oficialistas o la  amorfa oposición que se explayan en un mar de connivencias solo alterado por complicidades oscuras que no siempre responden a las necesidades de sus representados, son, ciertamente, una feria de maquillados “escruchantes”.
«A través de las roturas de tu vestido descubro tu vanidad»
Seguramente la que podría desarticular tamaña puesta en escena sería una sociedad que no haga de la hipocresía una herramienta que convalide, por ejemplo; un delito menor tomando como punto de partida un delito mayor o que entienda que lo falso no representa a lo auténtico. Se trata de no relativizar con subterfugios lo que está mal. Quien lo dice?, lo dice la norma. Una sociedad sin respeto por sus normas es una sociedad caótica Seguramente algún sofista contemporáneo buscará confundirnos deliberadamente llamándola ‘dinámica’. Nada se organiza en medio del caos.
Justificar, mediante la distracción o la complicidad la degradación de los valores esenciales es contribuir a la autodestrucción de nuestros derechos y nos convierte en cómplices del mundo plagado de iniquidades que devalúa con su banalidad nuestra pretendida investidura de ciudadanos. Una sociedad que pretenda desarrollarse sólo le dará un sentido cierto a la participación si es parte de la decisión; sin coerciones ni manipulaciones.
En la política toda actividad contra natura es un disvalor que contribuye perniciosamente al futuro del hombre, llevándolo, sin más remedio, al despojo de sus valores esenciales para la cohabitación hasta lograr su desaparición como ser trascendente.
La “progresía”, abanderada indiscutible del displicente “está todo bien”, las nuevas expresiones que pretenden "incluir" cuando en verdad sugieren un estilo de confrontación entre el varón y la mujer. Toda esta metodología está tramitando un nuevo planteo para una globalización que ha cambiado de rumbo pero que aún mantiene su objetivo: "Mayor cantidad de bienes en menor cantidad de manos". Este replanteo va directamente hacia una ‘descomposición organizada’ de aquellas sociedades endebles en sus bases de formación valorativas; emplean herramientas de destrucción de baja intensidad, casi indetectables, facilitando el abordaje de cuanto virus disgregativo pretenda influenciarnos, según a sus intereses convenga.Esta ‘progresía’ es el rostro remozado que utiliza el poder para convalidar sus más deleznables intensiones.
No hay punto de coincidencia entre lo bueno y lo malo. La mirada relativa nos coloca en un estado de zozobra permanente que genera dudas y desconcierto, así es como los ciudadanos construyen sociedades plagadas de  ambigüedades, temores e inconsistencias; ya en estado inerme nos inoculan todo tipo de hábitos y malformaciones que solo buscan, disfrazados de placeres aparentes, el desmembramiento de nuestra comunidad.
Si el relativismo impera todo está en duda; reina la anomia y en ella descansa el caos y la desintegración del entramado social. Así es como una Nación empieza a convertirse en un monumento cadavérico que se expone indefenso al ‘rapiñaje’.
¿Es esto lo qué le debemos a la ‘corporación Política’ argentina?, será que nuestra responsabilidad como ciudadanos es volver al seno en donde fue concebida la política: el bien común. Observando la soberbia oficialista y a la anémica oposición nos damos cuenta que los intereses “particularísimos” se han fagocitado las convicciones. Ambos solo traducen egoísmo y promueven al “hombre como lobo del hombre”. Ser ciudadano es una obligación, pero claro, antes debemos saber que significa serlo. “No hay decreto que defina al ciudadano”.
 “Es ciudadano el individuo que puede tener en la asamblea pública y en el tribunal voz deliberante”.
 “Ciudadano es el hombre virtuoso, tal denominación pertenece al hombre político que puede ser dueño de ocuparse, personal o colectivamente de los intereses comunes”.
¿También son ciudadanos los que omiten a sabiendas lo inicuo de la corrupción y basan su neutralidad en pos de sus “intereses particularísimos”?.
Hay alguna categoría distintiva para los ciudadanos  que permiten, haciéndose los distraídos, que el estado, junto a los depredadores financieros que subsisten a costa de la especulación sin fomentar las inversiones productivas para generar ingresos genuinos. Estos mismos son, junto a los formadores de precios, los que se apropian del excedente de La renta de los trabajadores con la venia del gobierno de turno. Cuando efectuamos un gasto efímero no hacemos más que descuidar el ahorro; herramienta vital para lograr una autonomía genuina en las decisiones: familiares, sociales y nacionales en cuanto al uso responsable del dinero.
El papel de observadores inmóviles nos transforma en gentiles garantes de quienes esquilman de manera vil a los  trabajadores aplicándoles cargas impositivas –directas e indirectas-, más relacionadas con el neoliberalismo que con un gobierno 'Nac&Pop' (¿?) mediante el impuesto a las ganancias -“impuesto al trabajo”-. ¿Puede tomarse lo obtenido mediante el esfuerzo diario como una “ganancia”?. Otra ‘buena manera’ de impedir que los trabajadores ahorren.

http://asuntosycomentarios.blogspot.com/2011/09/yo-senor-no-senor_6397.html

publicadas por Alfredo Brandon a la/s

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