jueves, septiembre 22, 2011

¿Yo señor?... No, señor!!

C i u d a d a n o s
cómplices de sus desventuras
Por Alfredo Brandon
La connivencia de este variopinto de intereses que representa la “Corpo-Política” donde por razones “omertarias” abrevan las diferentes, por lo menos en sus enunciados, expresiones partidarias nos ofrece una de las pocas certezas establecidas: los filibusteros se han dado una organización y ya, sentados en primera fila, somos meros espectadores del para qué.

Ninguno de los que componen esta “Corpo” entiende la política como la herramienta para lograr el bien común, definición aristotélica, hasta ahora no refutada por ningún fariseo que pulule por aquella “feria de Pitágoras”; ‘donde algunos van de paseo, otros a hacer negocios y los mejores a observar desinteresadamente lo que allí sucede’. Hoy estamos frente al ejercicio más “gallináceo” de la política desde que alguien le dio esa denominación.

La “Corpo” se desenvuelve socarronamente; son personajes oscuros de algún espectáculo improvisado, donde se esmeran más por lo ampuloso de la obra que por lo nutritivo del producto final; no les preocupa si para conformar al público, ciudadanos que han pagado para verlos, deben abordar lo más soez del lenguaje o en lo más pernicioso de la mentira: todo da igual.

En la “feria” erigen sus escenarios, maltrechos por su falsa moral y ofrecen un buen pasar a escaso valor; nos sonríen como ángeles pero actúan como demonios. Lo bueno tiene un valor. Por cierto, valores y códigos no son iguales. Los ilusionistas de la política, como siempre lo han hecho, buscan camuflarse para permanecer en el usufructo del poder. Lo triste será que terminemos creyendo que hemos comprado una baratija a buen precio cuando en verdad nosotros terminamos siendo la baratija.

La “Corpo-Política”, donde todos conviven en el “vertiginoso intercambio”, no hace más que confirmar que sus actitudes representan la carencia de normas sociales y su degradación. En ese ámbito cohabitan y convalidan el “relato fantástico” que trata de imponer, desde el discurso único, el oficialismo. Son, sin más, colaboracionistas de lo que dicen rechazar: son los garantes de la anomia política.

No duerme fuera de este infortunio político el sistema financiero al cual el gobierno hoy, no solo le financia la compra de dólares a tasa cero, sino que es el único de los sectores económicos del país que no ha pagado ni un centavo por los efectos de la crisis; todos lo hicimos, ellos no. Sin embargo tienen el usufructo del crédito de coyuntura, el del “consumo efímero”, pero se hacen los distraídos a la hora de aliviar esa pandemia que significa la crisis de la vivienda.

Allí afuera hay una crisis hubiésemos dicho antes de la globalización asimétrica, hoy la crisis está a la vuelta de la esquina. Para enfrentar lo que vendrá harán falta cuanto menos ciudadanos en pleno uso de sus facultades reales, solo en ese ejerció se encontrará el camino por fuera de la “Corpo-Politica” y estaremos a salvo del mensaje interno de ‘apertura al mundo’ como el de la depredación directa que pretenderán las potencias en ejercicio.

Siempre he sostenido que la lucha que viene (¿?) será por el conocimiento, la energía y los alimentos; allí arriba, de donde nos miran como a un bife apetecible; el conocimiento ya lo tienen y lo desarrollan, la energía se la llevan de Basora y de Libia, por citar lugares emblemáticos. Seremos nosotros su próximo bocado?

No cualquiera es ciudadano; ciudadano será el que impida el atropello tan solo no siendo cómplice de lo que sabe que es una falacia pero que lo acepta porque le es conveniente. Ciudadano será el que se dedique a cambiar el “status quo” y restituya a la política su verdadero valor. Los demás serán metecos.

Sin dudas el “cuadro de alternancias” en el ejercicio de la deshilachada política Argentina no es muy esperanzador. Como en el Ubú Rey de Jarry todos tienen su parte; siempre abiertos al aprovechamiento de lo más rentable y no de lo ciudadanamente favorable hacen honor a esta frase: … me enriqueceré rápidamente, mataré a todos y me iré… ”.

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miércoles, septiembre 07, 2011

“Si usted quiere ver la vida color de rosa…, eche veinte centavos en la ranura”


Una bacanal inolvidable, pero con sus consecuencias.
Por Alfredo Brandon 


Intentar el análisis crítico por medio de las "doxas" suele llevarnos a ninguna parte; es simplemente negador del principio básico de lo que nos proponemos someter a la cavilación sensata. Las opiniones, por ligeras, tienden a enmascarar, con la excusa de lo “expeditivo”, el verdadero sentido del análisis y no contribuyen sustancialmente a una conclusión final. En tal caso podemos decir que esta parcialidad del proceso del razonamiento, vista como único sostén del pensamiento, es endeble y solo aporta confusión y desconcierto; mientras que el análisis crítico busca certezas no relativas que favorezcan el conocimiento.
Parece comodo y placentero.

Esta aldea de algo más de 6.000 millones de transeúntes, que vaya a saber hacia dónde van, necesita certezas pero a través de la reflexión, los "antojos inmediatos" en busca de resultados mágicos nos pueden desviar del fin último: la felicidad. También de ella debemos ser artífices responsables.

No podemos entregarnos a la panacea de la Bacanal, tan bien plasmada por Rubens y que después nos sorprenda la infausta noticia de que ha implosionado la madriguera. Claro, cuando la panacea deviene en desierto nos olvidamos de lo que disfrutamos y hasta esgrimimos un reproche de lo que hasta hace poco convalidamos tan solo mirando para otro lado. Pero será irreversible, volveremos al génesis de la austeridad y el gasto moderado, de lo contrario perecer puede ser la única verdad. Mientras que la realidad puede ser anticiparnos a una crisis “cosmetizada” por el consumo.

Sigue siendo la razón el condimento indispensable para la mirada crítica, pero también somos nosotros quienes debemos actuar con la conciencia en pleno ejercicio.

Hoy es común, hasta “progresista”, la opinión relativa; se intenta equiparar el ser bueno con el ser malo, claro, según la mirada de algún sofista interesado. Ya pasó en mayo del ´68 y no se transformó en la proa libertaria del mundo porque fracasó. Solo sirvió para sustanciar el libre juego de los intereses que siempre se han situado lejos del “aldeano”, quien debería ser el beneficiario y no el sometido. Luego, amparados en las antinomias de izquierdas y derechas, reinventadas a su antojo, buscan “nuevas vestimentas” que oculten su socarrona sociedad que hoy se ve resumida en la frívola e hipócrita “progresía”.

Así es como los que ostentan la “verdad del poder” -que es la verdad de quien la impone desde el poder- buscan “acercarnos” a una “confrontación permanente”. El resultado no puede ser otro que un hombre esquilmado en sus valores esenciales para la cohabitación planetaria, ahí ya si, estaremos a las puertas de la esclavitud o del holocausto.

También atropellar la ley puede ser vista con una mirada “progre” justificando un delito menor comparándolo con otro mayor; claro, es delito al fin. Otra maniobra que corroe la convivencia de los "aldeanos" mientras los “socios” siguen haciendo su agosto.

No todo es igual; lo falso no es ni siquiera similar a lo verdadero.

Todos “profesamos” alguna encíclica ideológica o al menos partidaria pero más allá de nuestras posturas individuales la difícil situación de nuestro entramado social amerita tomarnos un tiempo digno para establecer un análisis crítico, ya sea hacia dentro como hacia afuera. Los berrinches no nos han de conducir a resultados prósperos, y la soberbia –si es que en ella abrevamos- solo nos dejará un sabor muy amargo al final de la algarabía.

Estamos en grave riesgo que el goce momentáneo de lo efímero –aunque muy placentero en apariencia- se transforme en un nuevo caos. Podemos ver a nuestro sol de York perderse en la inmensidad, mientras, el retorno del invierno de nuestra desventura se apodera de nuestro futuro.

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